Mi nombre es Mario.
Soy sacerdote.
No soy evangelizador digital, soy evangelizador tradicional, a la antigüita.
Pero me da mucho gusto ver que sí hay muchos hombres y mujeres de Iglesia, que son evangelizadores digitales que ya hasta rezan el Rosario con Alexa, y se hablan de tú a tú con la inteligencia artificial y aún así mantienen sobre todo una sana convivencia generacional y sinodal entre jóvenes y no tan jóvenes, entre clero y laicos, que movidos por su fe católica, no van a ser, sino que ya son verdaderos evangelizadores digitales que hacen llegar al sexto continente la alegría del Evangelio, llenos del amor de Dios, como nos lo recuerda el Papa Francisco en la encíclica Dilexit Nos, conforme el amor humano y divino del corazón de Jesucristo.
Me llena de esperanza verlos aquí reunidos a una buena y nutrida representación de muchos otros, que están allá en las diferentes trincheras del país y de otros más que han sido pioneros de la evangelización electrónica y que siguen operando a través de sus medios tradicionales manteniendo en sintonía a pueblos enteros con sus estaciones de radio comunitarias, en un país donde todavía la injusticia social nos mantiene con desigualdades materiales, legales y desigualdades digitales, y con una mala infraestructura tecnológica, y con un mal internet y muy caro, donde sabemos además que las redes digitales apenas si llegan a un 60% de la población en nuestro territorio nacional.
Muchos son los llamados y pocos los escogidos y ustedes han decidido ser el apoyo más cercano a la Jerarquía de la Iglesia, para atender este sexto continente.
Los obispos tratan de ser inspiradores, con el PGP, y con su predicación como Mons. Rogelio que sin presentación digital, nos invitó a tener en cuenta la primacía de la Palabra y estar atentos, y nos señaló que antes que el grafés, está el fonés, y la importancia de la Escucha que aparece tantas veces en la Biblia. La mayoría de los obispos son migrantes digitales y aunque no lo saben todo, ni lo entienden todo con relación al mundo digital, su sola presencia y permanencia y cercanía como la del señor Obispo Mons. Sigifredo, en medio de todos y en actitud de aprendizaje y escucha es una gran inspiración y un gran testimonio.
A todos en especial a los laicos aquí presentes les digo que esa espiritualidad que están tejiendo en el Espíritu estoy seguro que se nota en toda su actividad, como los que están grabando este encuentro, hasta los que sirven los alimentos y los que están desde temprano viendo que no falte ni la galleta, ni el café. Y a todos ustedes que ya están en los medios de comunicación católicos les quiero compartir que aunque tengan diferencias con los que coordinan este apostolado, digan siempre lo que creen con proactividad, tengan el valor de disentir pero al final del día terminen siempre reconciliados en favor de la comunión.
En cuanto al apostolado digital no ofrezcamos contenidos enajenantes ni pretendamos una comunicación angelical, ni dejemos el contenido profético por contenidos de solo entretenimiento religioso. Lo que si debemos y podemos ofrecer es una comunicación con rostro humano, con corazón humano y con lo más humano al modo de Jesús de Nazaret.
Estamos ante nuevos retos y desafíos en el contexto de un país convulsionado y que está muy tentado a abandonar la fe y la comunión con la catolicidad. De verdad estamos ante una sociedad llena de conflictos, contradicciones, confusiones y nuevas definiciones culturales, que hacen tambalear a la Iglesia en México.
A veces pareciera que lo único que tenemos frente a nosotros solo es la adversidad, y tal parece que solo con resiliencia cristiana seremos capaces de hacer frente, para dar respuesta ante los retos y grandes desafíos a los que nos enfrentamos, donde ya no solo vemos lo duro sino lo tupido.
Porque por un lado tenemos el monopolio de las comunicaciones, y muchos de ellos en manos de personajes mercenarios de la comunicación que aman la coprofilia, la competencia desleal, el poder y las ganancias mal habidas.
Pero por otro lado, también están muchos como ustedes que están del lado de los valores y los principios cristianos, del lado de la periferia, donde todo parece escasez y donde la pobreza parece ser el signo más evidente.
Y esto también pasa con otros colaboradores de iglesia, que nos ayudan y que ocupan mucho equipo, tiempo, dinero y esfuerzo, y me refiero a los músicos de Iglesia, y yo siempre les digo a ellos, “ustedes cobren y cobren muy bien” y lo mismo les digo a ustedes también, cobren y cobren muy bien, ya que les paguen es otra cosa, porque esto es un gran negocio, y no me mal entiendan, cuando hablo del negocio en la Iglesia, porque a lo que yo me refiero es a lo que dice 1 Tim. 6,5. Pero también lo que sí les digo es que no se queden en el providencialismo, hagan que sus canales y medios sean sostenibles y sustentables, y tampoco conviertan sus medios o sus canales en espacios digitales ávidos de fama y monetización.
Sean comunicadores que ponen todos sus talentos y creatividad al servicio del Evangelio desde la Iglesia que es la mejor plataforma del mundo que nos regaló Jesús y que nos adquirió con su propia sangre y que además nos anima con su propio Espíritu.
Agradezco a todos los que hicieron posible este encuentro aquí en Zacatecas, a todos los de la comisión Episcopal y a todos los organizadores y anfitriones aquí de la Diócesis de Zacatecas, pero sobre todo a todos los que vienen de los diferentes rincones de México, es un honor y una alegría verlos, escucharlos y olerlos, bien orientados, bien intencionados y bien comprometidos con olor a oveja, he aprendido mucho de todos y todas.
Muchas gracias.
Ánimo y en comunión de oraciones.
Atte
Mario Escalera Villanueva
Arquidiócesis de Monterrey