Por: Román Ramírez Carrillo
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En esta semana de septiembre inicia de manera formal el proceso electoral que concluirá en el mes de junio de 2024. Se habrán de elegir a quienes guiarán nuestros destinos en los próximos 6 años, tanto diputados locales y federales, senadores, presidentes municipales, gobernadores en algunos estados, y el próximo presidente de la República.
En las sociedades democráticas, uno de los nutrientes sociales imprescindibles es la información de calidad, por lo que en el presente artículo presentaremos algunos aspectos que nos ayudan a comprender el papel de los medios de comunicación y de los periodistas en el proceso electoral.
El Pew Research Center, con sede en Washington D.C. que realiza estudios sobre problemáticas sociales, política, actitudes y tendencias en Estados Unidos y en el mundo. Aplicó encuestas de opinión pública, análisis de contenido de medios y publicó un estudio sobre el ejercicio periodístico.
Con la metáfora canina, ofrece un panorama para analizar cinco caminos o modelos del quehacer periodístico en el mundo, y que nos puede ser útil a los lectores para distinguir las diferentes narrativas periodísticas en este ambiente de polarización que se vive actualmente en México, en especial en los medios de información socio-digitales.
En las narrativas periodísticas del acontecer político y electoral, a los periodistas que privilegian los criterios del entretenimiento o las maromas de la espectacularización desmesurada para sorprender a los públicos y elevar ratings y tirajes de la prensa, o de las audiencias banalizando y trivializando la información, o presentando cualidades de heroínas o de superhéroe de las candidatas o candidatos, se les llama perros cirqueros.
Los periodistas que asumen una actitud de subordinación, dependencia, lambisconería y tibia o nula crítica de los políticos o de los diferentes actores electorales, con el afán de ganarse elogios de los dueños del poder político y económico, son denominados como canes falderos.
Los informadores que se van a la yugular de los diferentes actores públicos a la menor provocación, y que se erigen como incuestionables fiscales a ultranza, son denominados por los diversos círculos económicos, políticos o “cuartos de guerra” de las campañas, como perros de ataque.
A los periodistas que realizan una cuidadosa tarea de análisis del entramado sociopolítico y económico, con el fin de develar complicidades, y luchar por el respeto de las libertades, de la democracia y de los derechos humanos, son ubicados como canes vigilantes.
Y por último, a aquellos periodistas que hacen ver las realidades y aportan luces a quienes necesitan orientación en su andar cotidiano para elevar su nivel de vida, les llaman canes lazarillos.
En nuestro país, estos dos últimos modelos periodísticos están poco desarrollados. El fortalecimiento de la democracia radica en el desarrollo de ciudadanos capaces de comprender su realidad y tomar decisiones colectivas, para lo cual se precisa información de calidad y verdadera.
La información posibilita la defensa de los derechos frente a la autoridad, pues aporta argumentos para exigir responsabilidad a las autoridades, a través de un periodismo vigilante del ejercicio de los poderes; apegándose a criterios del periodismo social, y de responsabilidad con los ciudadanos. Sin duda que el periodismo de investigación y el periodismo cívico, son esenciales para la construcción de la paz con justicia y en democracia.
No olvidemos que la construcción de paz es el camino y la tarea. Necesitamos un periodismo centrado en los lectores, no en los partidos, no en las ideologías, que genere debates en libertad para llegar acuerdos en lo fundamental, para terminar la polarización. Se necesita una sociedad civil fuerte y unos medios de comunicación críticos que orienten y den luces sobre el proceso electoral.
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