Román Ramírez Carrillo
Enviado Especial
En el Coloquio sobre la realidad del país, participaron la antropóloga Elena Azaola Garrido doctora en Antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), y el padre Jorge Atilano González Candia, encargado del Sector Social de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús.
Para la antropóloga Elena Azaola, cada uno de los mexicanos pueden contribuir a la construcción de la paz, si se permite imaginar cómo debe mirarse el lugar donde uno quiere vivir. Si no se tiene esa capacidad de imaginar, no se puede dar vuelta a la página y dejar atrás la violencia. Además, en lugar de seguir hablando solo de la violencia, hay que dedicar el tiempo y energía a imaginar cómo es el entorno en el que queremos vivir.
Azaola Garrido observa que la inseguridad provocó una limitación en el desarrollo de las capacidades de miles de personas, dañó lazos familiares y, lo más preocupante, hubo una pérdida de la confianza en las autoridades.
Y apuntó que si en México se decidiera guardar un minuto de silencio por cada persona que, durante los últimos 15 años, fue víctima de desaparición forzada u homicidio, el país estaría en silencio durante un poco más de año.
“En este periodo han sido asesinadas cerca de 450 mil personas y han desaparecido 111 mil en todo el país. Para honrar la memoria de cada uno de ellos, se debe estar en silencio por 389 días”, lamentó.
Estas muertes no solo dan cuenta de la impunidad del Estado o de la falta de procuración de justicia, también reflejan el desdén de la ciudadanía para involucrarse en la restauración del tejido social en México, aseguró.
“La convocatoria de hoy es para darnos cuenta que los ciudadanos también son responsables de esta ruptura, porque no han sabido poner un alto a la violencia y poner encima de cualquier cosa la vida de todos”, sostuvo.
Por su parte, Jorge Atilano González Candia SJ recalcó que no podemos esperar a que llegue el candidato perfecto al poder, es necesario realizar acciones desde abajo, pues es notorio el control que el crimen organizado tiene sobre los tianguis, los bosques y las instituciones de procuración de justicia, y afirmó que el crimen logró dañar estos espacios porque encontró un aliado en el gobierno y porque descubrió que la violencia resultó ser una ventaja para controlar a los más vulnerables.
Señala que actualmente, se tiene un gobierno desbordado y necesitado de otros actores para atender la situación de violencia, de desamparo, y el sistema de justicia necesita con urgencia un nuevo diseño.
Y explica: “Algo que encuentro en los conversatorios y foros es que la polarización está en las élites políticas, en las comunidades existe un gusto por encontrarnos en la diversidad, un deseo de trabajar juntos, gobierno, escuela, empresa, iglesias, jóvenes, policías, etc. Nos han hecho creer que el debate nacional es la discusión entre candidatos, cuando el debate nacional auténtico es el que surge desde las problemáticas locales y se buscan caminos para atenderlas. Como sociedad necesitamos recuperar el debate de los asuntos públicos, centrado en lo que nos duele y nos interesa”.
Recalca que esta crisis que vivimos es una oportunidad de repensar el modo de organizarnos y trabajar juntos, y este diálogo es una oportunidad de reconocernos en un mismo sueño, con caminos distintos, pero que juntos podemos encontrar la luz.