Por: Silvia del Valle.
No solo podemos, sino que debemos evangelizar en el continente digital, es decir, en las redes sociales a las que tenemos acceso.
Se que muchas personas piensan que las redes sociales y todo lo que tiene que ver con el internet es malo y corrompe a las personas, pero es una realidad que ahora es el continente más poblado del mundo, ya que en él convergen personas de todas las nacionalidades, idiomas, costumbres y credos.
Es bueno hacernos a la idea que necesitamos tener presencia y dar testimonio entre los que “habitan” los espacios digitales.
Existe en nuestros días la cultura digital y nosotros debemos inculturizar el Evangelio para cumplir con el mandato que Jesús nos hizo de ir por todo el mundo para hacer discípulos y que conozcan la Buena Nueva.
Es a los padres de familia y a los maestros a los que nos toca educar a nuestros hijos para que sepan vivir y desenvolverse correctamente en este nuevo continente y con esta nueva cultura digital, para que puedan vivir de la misma forma sus valores y virtudes, tal como lo hacen en su entorno más cotidiano.
Entonces todos podemos evangelizar en nuestras redes sociales y dar testimonio de nuestra fe, también en el mundo digital, por eso aquí te dejo 5 Tips para ser un Misionero Digital.
PRIMERO. Si no estamos, estará alguien más con un mensaje contrario.
Es importante darnos cuenta de que para hacer un cambio en la cultura debemos ser protagonistas y no solo espectadores.
A veces nos cuestionamos si no hacen más daño que bien, pero debemos tener en cuenta que internet es un lugar, un continente y si no lo habitamos nosotros lo habitarán otros que no tienen a Cristo en el centro de su vida y que lo que buscan es que los jóvenes y niños tampoco lo tengan.
Cada uno de nosotros tenemos la importantísima tarea de ser testigos del Amor de Dios en nuestras vidas en este nuevo continente para que los que lo habitan tengan referencias claras, visibles y reales que sirvan para acercarlos a Jesús. f
Sé que nadie es indispensable, pero todos somos necesarios para lograr inculturizar el Evangelio en este nuevo modo de vida, en este lugar en donde está la mayoría de la población mundial y que tanta necesidad tiene de Dios. Es aquí donde están las nuevas periferias a las que la Iglesia nos pide salir para traer a los alejados, a los olvidados, a los que no conocen el Amor de Dios.
Y lo podemos hacer desde la “comodidad” de nuestro celular, en donde quiera que estemos y con el poder de tu dedo, en verdad que estamos a un “click” de todos.
SEGUNDO. Que lo que publicas sea coherente con tu forma de ser, pensar y actuar; siempre con una pureza de intención.
Es necesario hacer conciencia de que lo que se sube a internet se queda en internet, aunque lo borremos o lo hagamos privado, el archivo se queda en la red, por esto es tan importante ser coherentes y prudentes en lo que subimos y publicamos en nuestras redes sociales.
Recordemos que nuestro muro, nuestro espacio en la red, es la extensión de nuestra persona, por eso debe reflejarse al cien por ciento. Es de vital importancia que si debemos hacer avatares o tener una imagen digital sea lo más parecida a nosotros, que no nos enganchemos en estos mundos virtuales que te invitan a ser quien no eres, a dejar volar tu imaginación y realizar tus sueños que en el mundo real no puedes realizar, a vivir una realidad paralela que, en muchas ocasiones, nos absorbe y nos lleva a no querer salir de ella provocando un vacío más grande en nosotros.
Es necesario que veamos las redes sociales como una ventana por donde le permitimos a nuestros vecinos ver parte de nuestra vida, pero que deja ver cómo somos, qué nos gusta, en quien tenemos puesta nuestra fe, cuáles son nuestros valores y a que le damos prioridad.
En este nuevo continente digital es muy fácil que la gente que publica en las redes no tenga una buena intención, por eso es necesario poner el ejemplo y nosotros siempre publicar con una pureza de intención, es decir, buscando el bien común o hacer el mayor bien posible, poniendo los medios a nuestro alcance para acercar a los más posibles a nuestra Iglesia Católica.
TERCERO. Planifica tu tiempo y tus interacciones.
El tiempo y el espacio en el continente digital se puede ver modificado ya que el tiempo pasa volando y cuando menos nos damos cuenta ya se nos fueron dos horas en un instante.
La inmediatez de la información, la posibilidad de interactuar con personas que están en diferentes lugares, algunos muy lejanos unos de otros, al mismo tiempo nos ayuda a optimizar nuestras tareas, pero también nos da la posibilidad de ir por todo el mundo a llevar el Evangelio con nuestro testimonio.
Es necesario poner límites tanto de tiempo como de frecuencia a nuestras interacciones porque es verdad que podemos desarrollar una adicción a las redes sociales y al celular, volviendo todo esto en algo negativo y haciéndonos esclavos de ello, dañándonos gravemente y también a los que nos rodean.
La disciplina juega un papel muy importante en todo esto. Establezcamos un horario firme pero flexible y pongamos metas concretas para que nuestra misión en el continente digital tenga muchos frutos.
Tratemos de evitar buscar ser populares, porque perdemos el sentido de nuestra misión que es llevar la Buena Nueva al continente digital, busquemos llegar hasta los que están más olvidados, siendo verdaderamente misioneros digitales.
¡Claro que necesitamos influencers católicos! Pero con los pies bien puestos en la tierra y agarrados de la roca firme que es la Palabra de Dios, con una espiritualidad llevada a la vida cotidiana y testimoniada en la Red.
CUARTO. Ante todo, la caridad.
Es muy fácil que, ante la falta de presencia física, nos volvamos más duros, más agresivos y menos caritativos.
Es necesario interactuar siempre y en todo momento con caridad, tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros, más aún, actuar como lo haría Jesús en cada momento y ante cada situación.
Cuánta verdad hay en aquello de que las palabras convencen, pero el testimonio atrae.
Y QUINTO. Siempre dispuestos a escuchar con el corazón, humanizando las Redes sociales.
Ojalá que nuestras interacciones tengan su origen en haber escuchado con el corazón, es decir, acogiendo el mensaje y las necesidades de los que nos rodean, aún en las redes sociales, para buscar soluciones, respuestas y ayuda a lo que nuestro prójimo necesita.
A veces buscamos dar respuestas que nadie entiende a preguntas que nadie hace generando acciones poco evangelizadoras y que, por el contrario, a veces alejan pues solo están encaminadas a saciar nuestros deseos.
Que Dios nuestro Señor nos conceda las gracias que necesitamos para ser testigos suyos en los nuevos espacios que la actualidad nos presenta, con los lenguajes adecuados para que la Buena Nueva llegue los más corazones posibles y siempre abiertos a la escucha desde el corazón.