Desde el Tepeyac hasta Roma: los mexicanos arropan al Papa Francisco en su despedida

Por Padre Giovanni Camarillo
Pastoral de la Comunicación – Arquidiócesis de Guadalajara

ROMA.— La Plaza de San Pedro ha comenzado a llenarse de banderas, lágrimas, flores… y oraciones. Entre las multitudes que llegan desde todos los rincones del mundo para despedir al Papa Francisco, se escucha con frecuencia el canto suave de un “Ave María” en español, algún “¡Viva Cristo Rey!” y, sobre todo, los acentos familiares de nuestro pueblo mexicano.

A pesar de la distancia, una presencia fuerte de mexicanos se ha hecho notar en Roma, para agradecer con el corazón la vida y ministerio del Papa de la misericordia, de la ternura y de la periferia. Muchos han viajado desde diócesis, movimientos o parroquias de todo México; otros son estudiantes, religiosos o familias que residen en Europa y no quisieron perder la oportunidad de acompañarlo en este momento definitivo.

El pueblo se hace presente en la ciudad eterna para despedir al Papa Francisco. Algunas mantas con la imagen de la Virgen de Guadalupe, los rosarios entrelazados con la bandera nacional y el murmullo constante del rezo del Rosario son testimonio de un laicado vivo, agradecido y lleno de fe.

Entre los peregrinos se escuchan testimonios entrañables. Una señora de León, Guanajuato, compartía conmovida: “Yo le prometí a la Virgen que si el Papa moría mientras yo aún podía caminar, vendría a darle gracias en persona”. Y lo cumplió. Otro joven jalisciense, decía: “Lo escuché en la JMJ de Cracovia, y me cambió la vida. Estoy aquí por gratitud”.

Los prelados mexicanos también han comenzado a llegar a Roma para participar en los funerales del papa, el Cardenal emérito Norberto Rivera Cabrera ayer fue visto orando por su eternos descanso y así como otros clérigos acompañaran a nuestros dos cardenales electores: el Cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de Mexico, y el Cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, quienes representarán a México en el Cónclave.

En medio del clima de duelo, los rostros de los fieles mexicanos revelan algo más profundo: una esperanza activa, una certeza de que Francisco no fue solo un Papa lejano, sino un padre espiritual cercano al corazón mariano y mestizo del pueblo mexicano. Su visita a la Basílica de Guadalupe, su cariño por los migrantes, sus gestos de cercanía con los pueblos indígenas, y su insistencia en una Iglesia samaritana han dejado una huella profunda en la fe nacional.

En esta Roma que hoy viste de luto, México está presente como hijo fiel. No hacen falta discursos oficiales para demostrarlo. Basta la mirada emocionada de un peregrino que alza su rosario en silencio, la paciente espera de horas para poder pasar unos minutos frente al cuerpo del Papa en la de la Basílica de San Pedro.

Hoy, más que nunca, se cumple aquello que él tanto predicó: la Iglesia vive cuando sus hijos caminan juntos, aunque vengan desde lejos, para despedir a un pastor que nunca se sintió superior, sino siempre servidor.

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Publicado el

abril 25, 2025