Casa Lago, Cuautitlán Izcalli, 29 de abril. En el marco de la CXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el P. Jorge Atilano González Candia, jesuita, presentó a los obispos una profunda reflexión sobre los desafíos actuales que enfrentan las familias mexicanas. Basado en investigaciones desarrolladas desde 2016 por la Fundación Justicia y Amor y el Programa por la Paz, compartió un diagnóstico que abarca las transformaciones sociales en barrios, escuelas y hogares, con especial énfasis en la salud mental, la adicción, y la ruptura del tejido comunitario. “Hemos perdido el vínculo social y la confianza entre generaciones. Hay una gran diversidad de formas de ser familia, pero también una gran fragilidad en las relaciones cotidianas”, señaló el jesuita.
El P. Atilano identificó como factores críticos la precariedad laboral, el abandono emocional, y la normalización de la violencia como estilo de vida en redes sociales, películas y discursos populares. Explicó que muchos jóvenes hoy “no saben qué hacer con su tristeza, ni cómo expresar lo que sienten; no se escuchan en sus casas y buscan refugio en el consumo, en grupos de riesgo o en el aislamiento”. También expuso que las escuelas han detectado un alarmante crecimiento del bullying y del consumo de drogas desde la secundaria. Además, apuntó que la pandemia agravó los problemas de comunicación dentro de las familias, y que los conflictos entre padres e hijos han generado entornos emocionales frágiles donde los adolescentes carecen de referentes estables.
Los Círculos Familiares
Frente a esta realidad, el jesuita presentó una propuesta pastoral concreta: los círculos familiares. Esta metodología consiste en encuentros de escucha ordenada y diálogo entre los integrantes de la familia, guiados por preguntas que permiten reconstruir la confianza, sanar heridas y fortalecer el sentido de pertenencia. “La palabra es el instrumento de la reconciliación”, afirmó. “Cuando una persona se siente escuchada, reconocida, es más fácil que recupere la esperanza y abra su corazón a la fe”. Señaló que esta iniciativa se ha desarrollado en colaboración con la pastoral familiar y que busca articularse con los procesos de justicia restaurativa y cultura de paz. En medio de una sociedad fragmentada, concluyó, “urge reconstruir la familia como comunidad de afecto, de diálogo y de reconciliación”.