Cuautitlán Izcalli, 30 de abril de 2025. En el marco de la CXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, los obispos del país participaron esta mañana en la Santa Misa presidida por Mons. Víctor Sánchez Espinosa, Arzobispo de Puebla y Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica. La celebración se realizó a las 8:00 a.m. en la sede de Casa Lago, y fue un momento de comunión y discernimiento pascual. En su homilía, Mons. Sánchez recordó que la alegría de la Pascua no se agota en la octava, sino que se prolonga durante toda la cincuentena, como un tiempo de gracia que fortalece la fe y renueva la misión. “Jesús resucitado sigue vivo en medio de nosotros, nos consuela, nos fortalece, y nos envía a proclamar la vida en medio de las sombras de muerte”, expresó. Inspirado en los Hechos de los Apóstoles, el prelado recordó cómo la Iglesia naciente, pese a la persecución, no dejó de anunciar con valentía la Buena Nueva, y exhortó a los obispos a asumir hoy ese mismo espíritu profético.
Durante su mensaje, Mons. Sánchez no evitó hacer eco del dolor que sufre el pueblo mexicano a causa de la violencia, los secuestros, la migración forzada y las desapariciones. Subrayó que ningún poder, por más oscuro que sea, puede silenciar la luz del Evangelio. Llamó a fortalecer los procesos de predicación, catequesis y acompañamiento pastoral, especialmente en favor de los más vulnerables, como los niños, adolescentes y jóvenes, quienes “son presa fácil de los grupos que rompen la justicia y destruyen la paz”. En ese sentido, instó a redirigir estructuras eclesiales, revitalizar la catequesis en clave misionera y promover iniciativas que sean viables, estratégicas y evaluables. “No basta con orar por las víctimas, también hay que escucharlas, ayudarlas y darles rostro, nombre y dignidad”, señaló. Finalmente, confió a María de Guadalupe la misión de la Iglesia en México, pidiéndole que sea compañera inseparable de obispos, sacerdotes, consagrados, laicos y familias. “Con Ella queremos recorrer el camino del consuelo, del encuentro, de la paz. Que nuestra Madre del cielo nos recuerde, como a San Juan Diego, que somos sus hijos, y que nuestra esperanza está cimentada en Cristo resucitado”, concluyó.