Redacción Cepcom

En el marco de la CXIX Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano (CEM), los obispos de México emitieron un mensaje al pueblo de Dios, bajo el nombre: «Iglesia en México: Memoria y Profecía — Peregrinos de Esperanza hacia el Centenario de nuestros Mártires».

Reunidos en Casa Lago de la CEM, los 121 obispos quisieron compartir su sentir como pastores “que caminamos con ustedes, que escuchamos sus dolores, que compartimos sus esperanzas y que, unidos en Cristo, buscamos ser instrumentos de consuelo”.

Fueron Mons. Ramón Castro Castro, Obispo de Cuernavaca y presidente de la CEM; Mons. Jaime Calderón Calderón, Obispo de León y vicepresidente de la CEM; Card. Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara; Mons. Héctor Mario Pérez Villarreal, Obispo Auxiliar de México y secretario general de la CEM; y Mons. Javier Navarro Rodríguez, Obispo de Zamora, quienes encabezaron la conferencia de prensa.

En su mensaje, los obispos de México hicieron la invitación a una conversión personal y social, “una invitación para que Cristo reine en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestra sociedad”.

“¿Quién reina verdaderamente en nuestras sociedades? ¿Cristo, o los ídolos del poder, el dinero, la violencia y la mentira? ¿Quién reina en nuestro corazón? ¿Las ideologías políticas y culturales o el Evangelio?”, se preguntaron.

En el texto publicado este jueves, que consta de siete apartados, los obispos manifestaron su postura respecto a las realidades que no se pueden callar actualmente en México.

“Como pastores tenemos el deber de hablar con claridad sobre la realidad de nuestro país. No lo hacemos desde una posición política ni partidista, sino desde la responsabilidad que se nos ha confiado como servidores del Evangelio”, compartieron.

Recalcaron también que no pueden ser indiferentes ni pueden permanecer neutrales cuando está en juego la dignidad de las personas.

Ante los representantes de los medios de comunicación del país se dijeron preocupados por cómo algunos discursos públicos construyen una narrativa que no corresponde a la experiencia cotidiana de millones de mexicanos.

“Nos dicen que la violencia ha disminuido, pero muchas familias que han perdido seres queridos o poblaciones enteras que viven con miedo constante experimentan otra realidad. Nos dicen que se combate la corrupción, pero ante casos graves y escandalosos no se percibe la voluntad de esclarecerlos, por lo que prevalece la impunidad”, se lee en el documento.

Manifestaron su preocupación también porque muchas familias no puedan llenar su canasta básica y muchos jóvenes no encuentren oportunidades de trabajo.

“Nos dicen que se respetan las libertades, pero quienes expresan opiniones críticas son descalificados y señalados desde las más altas tribunas del poder.

“Nos dicen que somos el país más democrático del mundo, pero la realidad es que hemos visto cómo han comprometido los organismos y las instituciones que garantizaban la auténtica participación ciudadana para concentrar el poder arbitrariamente”, cuestionaron.

Alzaron la voz ante la violencia que se ha vuelto cotidiana y calificaron al crimen organizado como un cáncer que se ha extendido por varios rincones del país: “Ninguno de los dirigentes que gobierna este país ha logrado erradicar este mal”.

Lamentaron que el país esté bajo el dominio de los violentos, denunciaron que continúan los asesinatos y las desapariciones, sangre inocente derramada en las calles, pueblos y ciudades; también refirieron que familias enteras son desplazadas por el terror de la delincuencia organizada, y que se viva con inseguridad al transitar por caminos y autopistas; extorsiones y cobro de “cuotas”.

“Sacerdotes, religiosas, agentes de pastoral, incluso algunos políticos que buscan cambiar esta situación han sido amenazados y asesinados ante la impotencia ciudadana. Hemos tenido que llorar la muerte de varios hermanos presbíteros que dieron su vida sirviendo a sus comunidades”, emitieron en su mensaje.

Ante la situación actual en la que jóvenes son secuestrados y llevados a campos de corrupción o exterminio, y ante la migración forzada continúa, hicieron “un enérgico llamado a una conversión personal y social para alcanzar una verdadera transformación”.

“No debemos quedarnos en estadísticas frías que nos dan cuenta de todas estas realidades de inseguridad, de pobreza e injusticia. Son rostros concretos. Son familias destrozadas. Son madres que lloran a sus hijos. Son comunidades indefensas y empobrecidas. Nosotros como pastores, no podemos permanecer indiferentes”, compartieron.

“Sepan que sus obispos están con ustedes. Escuchamos su clamor, compartimos su angustia, acompañamos su dolor”, continuaron.

Por último, ante las realidades expuestas los obispos se dijeron abiertos al diálogo con todos los que verdaderamente amen a México más allá del partido político en el que militen, de la ideología que los inspire o del credo religioso que profesen.