La Muerte

En Esperanza. La autobiografía, el papa Francisco aborda el tema de la muerte desde distintas perspectivas: biográficas, espirituales, sociales y pastorales:

  1. Un corazón confiado ante la muerte

El Papa Francisco enfrentó la cercanía de la muerte con realismo y fe. No le temía al final, aunque sí al dolor físico. En vida expresó su deseo de ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor, junto a la Virgen que siempre lo acompañó. Rechazó todo ceremonial excesivo: quiso una despedida sencilla, con dignidad, como la de cualquier cristiano. Su confianza estaba puesta en las manos de Dios, “como un niño en brazos de su madre”, solía decir.

  1. Su cruz fue la esperanza del mundo

Francisco enseñó que la cruz no era un fracaso, sino el camino hacia la redención. Veía en la muerte de Cristo la semilla de una vida nueva, y por eso predicó siempre una esperanza invencible. “Sin fracaso no hay salvación”, afirmaba con fuerza. Su vida fue testimonio de esa fe que atraviesa el dolor y abre caminos donde otros solo ven finales.

  1. La guerra, rostro de la muerte injusta

El Papa denunció sin descanso la guerra como una fábrica de muerte. La llamó sacrílega, mentirosa y cruel. Lloró en cementerios de soldados, alzó la voz contra la fabricación de armas, y preguntó una y otra vez: “¿Quién es responsable de tanta sangre?”. Ante las muertes de inocentes en guerras olvidadas, su voz fue la de un pastor que no se resignó al silencio.

  1. Duelo y gratitud por sus seres queridos

Francisco habló con ternura del fallecimiento de su padre y de su director espiritual, el padre Pozzoli. No ocultó errores ni dolores, los reconoció con humildad. Para él, la muerte de los suyos fue escuela de humanidad y conversión. Agradeció cada vida que lo marcó, y llevó su recuerdo como una herencia de fe y misericordia.

  1. Una historia familiar escrita entre la vida y la muerte

Recordó en múltiples ocasiones a los migrantes que murieron cruzando el océano en busca de una vida mejor. Su propia familia estuvo a punto de embarcar en el Principessa Mafalda, que naufragó. Esa historia marcó su sentido de Providencia y su compromiso con los migrantes contemporáneos. “Yo también podría haber sido uno de ellos”, solía decir.

  1. La dignidad del morir en la fe

En una anécdota profundamente humana, relató la muerte de “la Porota”, una mujer que, tras años de prostitución, se reconcilió con Dios antes de morir. Francisco vio en su historia el signo claro de que nadie está excluido de la misericordia. Su sensibilidad pastoral lo llevó a acompañar muchas muertes ocultas, pobres, redimidas por el amor.

  1. La esperanza que no muere

Francisco predicó hasta el final que “nacimos para no morir jamás”. Su teología estuvo anclada en la convicción de que la muerte no tiene la última palabra. La esperanza cristiana, decía, es certeza, no ilusión. En Cristo, todo florece. Y si el sueño de la vida eterna se apaga, hay que volver a soñarlo desde las ascuas de la memoria.

  1. El rostro social de la muerte

Durante la pandemia, el Papa percibió la muerte no solo como un hecho biológico, sino como el resultado de una cultura de descarte. En su magisterio denunció la indiferencia global que permite que los pobres mueran sin nombre ni dignidad. Promovió el cuidado como una respuesta evangélica frente a una humanidad herida.

  1. Mártires que vencieron la muerte

En sus viajes, especialmente en Irak, Francisco se conmovió ante las historias de cristianos perseguidos. Escuchó madres que perdonaban a los asesinos de sus hijos y comunidades que renacían tras la masacre. Para él, aquellos mártires eran la prueba viva de que la fraternidad es más fuerte que la muerte.

  1. Último deseo

Finalmente, el papa pidió una única gracia al Señor: que su muerte no sea dolorosa. En esto, se mostró profundamente humano, como cualquier persona que desea partir con paz. Y concluyó: “estoy confiado en manos de Dios, como un niño en brazos de su madre”

 

 

Habilidades

Publicado el

abril 21, 2025