Por Pbro. Rafael López.
@rafalosi
Es indudable que nos cuesta caminar con el otro, especialmente con el que vive o piensa diferente a nosotros. Lo más fácil, para el que no quiere caminar con el otro es despreciarlo, juzgarlo, castigarlo, segregarlo y en el peor de los casos desaparecerlo o matarlo. El otro nos incomoda, no los queremos ver ni escuchar.
¿La Iglesia Católica quiere caminar con el otro? Pareciera que sí, pero en la praxis diaria, pareciera que no. Inclusive, es un antitestimonio que no hayamos podido caminar juntos dentro de la propia Iglesia. ¿Cómo pretendemos caminar con el otro, si ni siquiera podemos caminar con el que profesa la misma creencia?
Son muchos los esfuerzos: Cartas, mensajes, encuentros, reuniones, celebraciones. Pero no hemos podido concretar el mensaje de Jesús: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Este mensaje tan poderoso no ha podido permear en todas las comunidades cristianas. Al exterior, se expresa esa unidad, pero al interior de la comunidad, se sigue cerrando la puerta al otro.
¿Será que el mensaje del «Maestro» es un ideal inalcanzable? ¿Será más bien, un proyecto que se concretará en otro espacio atemporal? ¿Será una tarea que día a día se debe trabajar en cada persona y en cada comunidad?
¡Cuántas realidades humanas tocan a nuestras puertas! ¿Sabremos responder y caminar, con esas realidades que nos abofetean a la cara día a día? El otro, es el hermano migrante; el que vive en pobreza extrema; el que ha sufrido violencia familiar; el que lucha por encontrar a su familiar o amigo desaparecido; la persona homosexual o las personas que promueven una ideología diferente a una creencia religiosa; el que ha sido despojado de su tierra o de su fuente de trabajo; el otro, en pocas palabras, es el que ha sido despojado de su dignidad de persona humana, igual que tú y que yo.
Si no sabemos crear una comunidad con el otro, menos podremos caminar con él (sinodalidad) y transformar este mundo, que cada día se vuelve más individualista y egoísta y que devora la dimensión comunitaria y social.