Comunicar con el corazón

Por Silvia del Valle

Aun sigo meditando el mensaje de la 57 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que el Papa Francisco nos ha regalado y me doy cuenta de que “Comunicar con el Corazón” es mucho más que una frase hermosa.

Comunicar es un ejercicio de humildad y comunión ya que implica salir del yo para llegar al tú, por medio de un lenguaje. 

Si este lenguaje es amable, la comunicación se establecerá con mayor facilidad, pero si es hostil, la comunicación no se llegará a dar porque comunicar no es expresar lo que yo quiero decir sin importar quien me escuche, sino que es hacer todo lo posible para que el que me escuche entienda y acoja mi mensaje.

Y es que muchas veces no tenemos en cuenta que todo comunica y que comunicamos todo el tiempo, aún el silencio comunica y nos dice mucho más que las palabras huecas o frases que algunos sectores de nuestra sociedad han querido imponernos. 

Es por esto por lo que necesitamos, para comunicar, tener cuidado de que nuestro interlocutor acoja en su corazón nuestro mensaje, escuchando con el corazón, para que lo haga suyo y así nos pueda dar una respuesta cercana, una respuesta desde el corazón. 

Y es que en cada interacción no solo transmitimos palabras o ideas, sino que comunicamos nuestra espiritualidad, nuestra personalidad, es decir, comunicamos nuestra esencia, por eso es tan importante que el comunicador tenga una espiritualidad definida para que los mensajes no sean huecos.

Si estamos tristes, nuestros mensajes tienden a ser tristes o melancólicos, cuando estamos preocupados, es muy probable que contagiemos esa angustia a los que nos escuchan, pero si estamos alegres y entusiastas seguro que quienes nos escuchan se contagiarán de esta actitud positiva y se animen a realizar lo que el día a día les vaya presentando con una actitud alegre y positiva. 

De aquí que debemos darnos cuenta de que la comunicación salida del corazón puede mover montañas, puede arreglar problemas y puede salvar vidas. Nosotros como comunicadores debemos hacer conciencia de que nuestras palabras pueden influir en muchas personas y es nuestra responsabilidad hacer buen uso de ellas. 

Siempre debemos tener una pureza de intención al comunicar con el corazón y debemos tener una actitud positiva y abierta al diálogo, buscando el bien común y tratar de ser instrumentos dóciles, como Juan el Bautista que fue la voz que clamaba en el desierto, para que la Buena Nueva se extienda hasta los confines de la tierra, como nos lo ha pedido Jesús.

Además, nuestro mensaje debe ser claro y concreto para que logremos una comunicación asertiva y que dé muchos frutos, siempre basada en la escucha activa, el acogimiento del mensaje y así poder dar una respuesta desde el corazón. 

Solo es cuestión de detenernos y regalarle un poco de nuestro tiempo y atención a nuestros interlocutores para que nuestra comunicación sea asertiva y eficaz y, sobre todo, que sea una comunicación que salga del corazón. 

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