Un inicio marcado por la fe y la comunión

Cuautitlán Izcalli, Estado de México, 28 de abril de 2025. — La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) inauguró hoy su CXVIII Asamblea Plenaria, bajo el lema “Iglesia en México: Renovación de la unidad en Cristo – Peregrinos de esperanza desde la familia”. En un contexto nacional complejo, los obispos de México se reúnen para discernir caminos pastorales y fortalecer la misión de la Iglesia. La sesión fue acompañada por el Nuncio Apostólico, Mons. Joseph Spitieri, como signo de comunión con la Santa Sede.

En su primer mensaje como presidente de la CEM, Mons. Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca, expresó su gratitud a Dios y a sus hermanos en el episcopado, consciente de la responsabilidad que implica liderar en estos tiempos de profundos desafíos eclesiales y sociales.

El legado del Papa Francisco y un llamado a la unidad

Mons. Castro inició recordando la reciente participación de los obispos mexicanos en las exequias del Papa Francisco en Roma. Subrayó el legado de un pontificado caracterizado por la cercanía, la misericordia y el impulso de una Iglesia en salida. “Mucho podríamos reflexionar sobre lo que significó su pontificado”, dijo, destacando la huella imborrable de un Papa que enseñó a predicar con el testimonio.

En este espíritu, hizo un llamado urgente a la unidad episcopal, advirtiendo contra las divisiones internas y recordando que la credibilidad del testimonio de la Iglesia depende de la comunión de sus pastores. Citó al Papa Francisco: “La unidad de sus pastores da prueba de la veracidad de la Iglesia”.

Contexto nacional: violencia, crisis y esperanza

Al abordar la realidad nacional, Mons. Castro describió un panorama doloroso: violencia criminal, desapariciones forzadas, crisis económica, deterioro educativo y daño ecológico. “México enfrenta una oscura encrucijada histórica”, advirtió. Señaló la gravedad de los homicidios, el aumento de desaparecidos y el impacto de la inseguridad en la vida cotidiana de las familias mexicanas.

Igualmente, denunció la crisis educativa, alertando sobre los riesgos de un adoctrinamiento ideológico que sacrifica la formación integral de los niños. Recordó que el verdadero desarrollo se construye con educación de calidad, respeto a la familia y promoción de valores humanos fundamentales.

Una Iglesia en salida: respuestas pastorales integrales

Ante estos desafíos, el Presidente de la CEM planteó la necesidad de una respuesta pastoral profunda, no meramente teórica. Propuso articular la acción evangelizadora en torno a los valores de justicia, dignidad humana y paz, centrando la misión en las periferias existenciales, en sintonía con las enseñanzas del Papa Francisco.

Destacó como prioridades fortalecer la pastoral familiar, social, profética, litúrgica, juvenil y en defensa de la vida, en coherencia con el Proyecto Global de Pastoral. “La familia es el núcleo de la reconstrucción del tejido social”, afirmó, subrayando la urgencia de acompañar a las familias en todas sus etapas.

Construcción de alianzas y renovación institucional

Mons. Castro insistió en la necesidad de potenciar alianzas estratégicas con universidades, sectores empresariales, organizaciones civiles y otros actores sociales que compartan los valores cristianos. Señaló que el fortalecimiento de la Universidad Pontificia de México, los seminarios y Cáritas será fundamental para una presencia eclesial más eficaz.

Asimismo, llamó a superar el trabajo pastoral aislado, articulando mejor el esfuerzo de las comisiones episcopales para dar respuestas integrales a los grandes desafíos nacionales.

Caminando hacia los jubileos: una narrativa de esperanza

Finalmente, Mons. Castro propuso enmarcar la acción pastoral en la preparación de los jubileos de esperanza: el Jubileo de 2025, el Guadalupano de 2031 y el de la Redención en 2033. Invitó a asumir estos acontecimientos como momentos de gracia para renovar la fe y trabajar por una sociedad más justa, reconciliada y en paz.

Concluyó exhortando a vivir esta Asamblea como un verdadero ejercicio de discernimiento y compromiso pastoral concreto, confiando en la guía de Santa María de Guadalupe. “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?”, recordó, animando a los obispos a ser peregrinos de esperanza en medio de un México herido pero abierto a la acción del Espíritu.

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