Casa Lago, Cuautitlán Izcalli, 1 de mayo de 2025. En el marco de la CXVIII Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano, los obispos del país participaron esta mañana en la Eucaristía presidida por Mons. José Francisco González González, Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, en la capilla de Casa Lago. Con un profundo espíritu de comunión, la celebración marcó el inicio del mes de mayo, tradicionalmente dedicado a la Virgen María y a San José, cuya memoria litúrgica del trabajador se conmemora hoy.
Mons. González centró su homilía en el ejemplo del patriarca San José, a quien definió como “hombre justo, hombre del silencio, hombre de paz”. Recordó la profunda devoción del Papa Francisco hacia este santo, reflejada en sus decisiones de incluir su nombre en las plegarias eucarísticas y de dedicarle un año especial durante su pontificado. “Invocamos su intercesión para que custodie a nuestra Iglesia y acompañe el discernimiento de esta Asamblea sobre la familia y la paz”, expresó.
Al abordar el tema de fondo de la Asamblea —“Anunciar el Evangelio de la familia y de la paz”—, el Arzobispo de Tuxtla destacó que la reflexión eclesial no puede ser individual ni aislada, sino que debe darse en comunión, bajo el aliento del Espíritu Santo. “Estamos ante un cambio de época que desafía nuestra misión evangelizadora: la secularización, el relativismo, la violencia, impactan directamente en la familia”, subrayó.
Mons. González enfatizó que la Iglesia es misionera por naturaleza y que su identidad más profunda es evangelizar. Invitó a los obispos a renovar con esperanza su compromiso con el anuncio del Evangelio, conscientes de que muchos alejados requieren no sólo ser convocados a la práctica religiosa, sino acompañados hacia una auténtica experiencia de fe.
La homilía también abordó con profundidad la función humanizadora de la familia, su dimensión educativa y su papel esencial en la transmisión de valores como la justicia, la solidaridad y la comunión. “La familia —dijo— no es una construcción cultural o legal, sino un proyecto de Dios para humanizar la historia”.
En la parte final, el prelado recordó que la paz no es ausencia de conflictos, sino una tarea permanente que se construye con justicia, perdón y misericordia. “Hoy más que nunca —concluyó— estamos llamados a ser artesanos de paz y testigos del amor de Cristo en medio de un mundo herido”.
La celebración concluyó con una oración a San José, pidiendo su guía y protección para la Iglesia en México.