Ciudad de México, 4 de junio de 2025.– Con la participación de obispos, sacerdotes, religiosos y laicos provenientes de diversas diócesis del país, continúa, el 4 de junio, en Casa Lago, el Encuentro Nacional de Vicarios Episcopales de Pastoral y Secretarios Ejecutivos de Comisiones y Dimensiones, convocado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
El segundo día de actividades inició con la celebración eucarística presidida por Monseñor Roberto Yenny García, primer vocal de la CEM, y concelebrada por Monseñor Héctor Mario Pérez, secretario general de la CEM, y Monseñor Felipe Pozos Lorenzini, segundo vocal, junto a varios sacerdotes.
En su homilía, Monseñor Yenny ofreció una profunda reflexión espiritual dirigida a los agentes pastorales reunidos, resaltando dos llamados fundamentales para quienes tienen la misión de guiar al Pueblo de Dios. El primero fue la necesidad urgente de una vida interior intensa, una relación viva con el Señor que permita discernir con claridad entre la verdad y el error. “No basta con tener recursos tecnológicos o estrategias, si no estamos primero santificados por el Padre, como lo pidió Jesús por sus discípulos”, afirmó.
El segundo llamado fue a estar alertas ante las insidias que intentan infiltrarse en la vida eclesial, tales como ideologías, divisiones, fundamentalismos o un pesimismo disfrazado de prudencia que, poco a poco, debilita la comunión. Estas amenazas, señaló, muchas veces se presentan de forma sutil en nuestras parroquias y diócesis, y pueden sembrar rivalidad y desconfianza si no se detectan a tiempo.
Frente a estos desafíos, el obispo invitó a los presentes a no caer en la lógica de la confrontación ideológica, sino a renovar su vida de oración, silencio fecundo y discernimiento comunitario. “No podemos transmitir esperanza si no estamos habitados por ella. No podemos construir comunión si en nuestro interior hay resentimiento o soberbia”, dijo.
Recordó que Jesús mismo no buscó el éxito humano, sino que permaneció fiel hasta el final, aún cuando sus palabras ya no eran bien recibidas. “Nuestra identidad no se basa en los resultados, sino en la fidelidad a Aquel que nos llamó”, concluyó.
La celebración terminó orando por las vocaciones sacerdotales y religiosas, así como las vocaciones al matrimonio, al ser, este mes, un tiempo de animación y discernimiento vocacional.